Efemérides.- Restauración de Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres por Estrella Arcos

Fecha publicación en la web: 18/08/2020 | 1.781 Visitas

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La prestigiosa restauradora, Estrella Arcos Von Haartman, va a proceder a la restauración de las imágenes de la Archicofradía, iniciando sus actuaciones con la de Jesús Nazareno de las Torres. Posteriormente llevará a cabo similares trabajos con el Crucificado y con la Virgen de las Animas.

Esta licenciada en Arte y Diplomada en Restauración de Obras de Arte, está el frente de un prestigioso equipo que han llevado a cabo diferentes restauraciones, en Málaga capital, en diversos lugares de la provincia -Alhaurín el Grande, Almogía, Almería y Madrid.

Su salida profesional en la restauración dentro del mundo cofradiero fue con una obra tan emblemática en Málaga y de tanto arraigo social como el Cristo de la Expiración. Una de las mejores obras de las muchas que se procesionan en nuestra Semana Mayor y una magnífica talla de Mariano Benlliure, que plasmó en la madera el momento sublime del tránsito entre la vida y la muerte, y donde, en su opinión, «Benlliure echó el resto».

En declaraciones al diario «Sur». Estrella Arcos, manifestó que su trabajo es el fruto de un equipo -de reconocido prestigio a nivel nacional- donde no aparece el esfuerzo personal de alguien concreto sino «el resultado de una labor».

Estrella Arcos. Fotografía Diario Sur.

VISITA A ÁLORA

En el pasado mes de julio-1997- Estrella Arcos estuvo en Álora, a petición del Hermano Mayor y en nombre de la Junta de Gobierno de la Archicofradía, Francisco Carrasco Pérez. En el mes de septiembre y como resultado evacuo un informe, que por tratarse de la primera imagen que se va a restaurar, nos circunscribimos a Jesús Nazareno.

Dice la restauradora que una obra de arte puede sufrir alteraciones, modificando su estado original, molestando su aspecto estético o poniendo en peligro su conservación. En su estudio analiza los factores biológicos – hongos, termitas o carcomas no apreciándose, en la imagen que nos ocupa, ataques por parte de estos agentes.

RESTAURACIÓN DE NUESTRAS IMÁGENES

Hace un análisis de los factores químicos que pueden afectar a las transformaciones de color manchas por contactos del hierro con la madera, sobre todo si se da el causante de la humedad y de otras sustancias sólidas que pueden crear una composición de polvo.

Entre los factores físicos determina el viento, vibraciones, iluminación artificial, exposición directa a los rayos del sol -piénsese que la imagen en el interior de la capilla no recibe iluminación directa del sol y las horas del Viernes Santo que permanece en la calle- y otros de naturaleza fotoquímica, como la luz fluorescente, que tiene tendencia a descomponer el color.

Analiza los factores medioambientales, por los que la madera, como material higroscópico, en ambiente seco, absorbe agua, y en seco, la cede.

Por último, los factores de origen humano, desde el punto de vista morfológico y desde el mecánico. Separación de piezas, apertura de orificios, soportes, fracturas, fijación-clavos de piezas mecánicas, movimientos y en una época (humedad-temperatura) donde éstas pueden estar muy presentes.

La restauradora aporta, también, en su estudio, una ficha técnica con notas iconográficas y su correspondiente descripción.

LA ESCULTURA

Obra del artista perote, afincado en Granada, José Navas-Parejo Pérez. En la mediación de los años cuarenta -1945- cuando se encuentra en un momento pleno de madurez y una vez retornado a su taller, frente a Las Angustias, después de una prolifica etapa de restauración en Málaga. La madera utilizada, probablemente, es ciprés.

La imagen del Nazareno de las Torres, de manera muy general, ofrece, entre otros, los siguientes rasgos.

Es una figura de bulto redondo, en madera, con muy buen trabajo de superficies que consigue texturas lisas y finas. Puede apreciarse un excelente trabajo en boca, nariz, barba, cabellos que al procesionarse con tirabuzones quedan ocultos, resolviendo las dificultades con maestría y virtuosismo técnico.

El acabado, exquisito, permite una apreciación de excelente resolución en las manos, falanges de los dedos y comisura de los labios.

El autor para dominar el volumen escultórico, emplea esquemas de composición, con una superposición de piezas unidas entre sí, sin apenas ser visibles exteriormente, y logra un nazareno, en actitud caminante. La figura, en su independencia sólo lleva la cruz que no resta ningún protagonismo, más bien, sirve de aditamiento necesario es una manifestación plena en las tres dimensiones.

Está planteada para ser procesionada y contemplada de frente desde donde alcanza el máximo de plasticidad y belleza. Con trazado de eje vertical, adquiere su pleno mensaje de composición monumental para salir a la calle, sobre un trono, y levantar el fervor de quien pueda contemplarla

El alargado de la túnica con amplia cola y caída delantera, contribuye, de manera primordial es una escultura de vestir-a conseguir un sentido de composición conseguida y magistral. Comunica estabilidad y reposo. Serenidad y quietud en un trance tan sublime y trágico como la subida al Gólgota.

La luz se aprovecha en sus efectos expresivos, Incide de manera suave y homogénea. Da lugar a sombras y claroscuros que juegan con los matices propios de la policromía en las imágenes de corte neobarroco. Unida a la utilización del color logra una expresión figurativa, responde al mismo fondo, en conceptos, donde el hombre-antropocentrismoes centro de todo y razón de la Creación.

Posee una gran belleza formal, fundamentada en la armonía y la proporción con posibilidad de dejar vía libre-es una obra religiosa, obviamente al fervor personal, al acercamiento, en un momento dado, de quien pueda contemplarla

Representa la figura de un hombre joven que apunta a la madurez, de tez morena, cabellos y barba negra y cuidada. La cabeza ligeramente inclinada, facilita el movimiento. Acompasa el andar, acompañado por la expresión de los brazos, hacia delante, para abrazar-suave caricia, a la cruz.

La expresión es figurativa, naturalista, pero al mismo tiempo idealizada. Majestuosa, en proporciones y arquetipos, sin alardes de recargamientos en los pocos rasgos-cabeza, manos y pies-de la anatomía humana que se exterioriza. Cara y manos, son crispación, de un hombre en sufrimiento.

Hay, sin embargo, signos de dramatismo, que manifiestan algo contenidos, como el dolor en el fruncir de cejas, en la mirada desviada hacia el suelo, y en el delicadísimo modelado de manos y dedos.

El patetismo que queda en evidencia -sienes atravesadas por una corona de espinas-, se contrasta con la encarnadura, con la poca presencia de sangre, apenas unas gotas y algo en la comisura de la boca y con la cara dulce de un Dios infinitamente bueno.

LA OBRA

Navas-Parejo, parece que captó – lo ha demostrado en toda su obra de manera muy especial-, el mensaje de la Contrarreforma. Imágenes en la calle que arraigan la fe, levantan el fervor de los fieles y, al mismo tiempo, sirve de réplica a tiempos que corren, no muy propicios, para la religión católica. Tan actual entonces, como ahora.

Logra un Nazareno donde domina el gusto por la belleza serena. De evidente naturalismo, la imagen está llena de sensibilidad. Piedad manifiesta que acerca al creyente-o al posible espectador-al hecho religioso en sí. Directo, inmediato y vivo, mueve las fibras del alma y hace asistir a un momento concreto de la Pasión escenificado.

El artista consigue la intensidad expresiva, su cercanía-Dios hecho hombre o el hombre más próximo a Dios, en una simbiosis nacida entre el espectador y la imagen, a través de la comunicación

No lleva a los recursos de la policromía. No es un Nazareno que chorrea sangre-sólo la justa y precisa- ni magulladuras de golpes. Únicamente brotan, consecuencia de la corona de espinas, de donde tienen que hacerlo y ponen a un Dios camino del suplicio casi al alcance de la mano del hombre de a pie, y que puede verlo aparecer al doblar de cualquier esquina

Serenidad, equilibrio severo, deja traslucir su condición divina. Su nivel de veracidad es impresionante.

José Morales García

Revista Nazareno de las Torres, año 1998

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