Efemérides.- Fallecimiento de Antonio Aurelio García Bootello

Fecha publicación en la web: 06/09/2020 | 1.809 Visitas

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Hermano Mayor desde 1972 al 1973,  y fue nombrado como Hermano Mayor perpetuo en el año 1973, y consiguió el vínculo en 1957 con la Brigada Paracaidista.  (27 de Julio de 1.927 -25 de Agosto de 1.979).

En Álora, un 27 de Julio de 1.927 acababa de nacer mi padre, Antonio Aurelio García Bootello, uno de los mayores pilares que han pasado por nuestra Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres.

Se ha escrito tanto sobre su vida que intentar decir algo nuevo sería imposible.

Allá por donde pasaba, iba dejando huella por su gran nobleza, simpatía, don de gente, entrega y un amor al prójimo sin igual.

Al fallecer mi abuelo Diego García Morales (también Hermano Mayor desde 1.927 has 1.933) mi abuela Aurora Bootello, se vió en la necesidad de internar a mi padre y hermanos en el colegio Salesianos de Málaga, ya contaba 14 años.

Fundó y fue director de la banda de cornetas y tambores del Oratorio Salesiano y vocal de teatro asociación de antiguos alumnos y a la vez impartió clases de educación infantil durante unos años.

Más tarde ingresó en la Administración de Justicia, donde destacó por su gran entrega y grandes logros en mejora de la misma, siendo homenajeado en varias ocasiones.

Ya por los años 50, fue donde pudo incorporarse de lleno a sus tareas cofradieras, siendo su mayor afán poder devolver al máximo esplendor a la Gran Hermandad.

Son cientos de anécdotas, vicisitudes y experiencias que podría mencionar, pero fue sin duda la mayor hazaña hacer posible la vinculación con nuestra Gloriosa Brigada Paracaidista.

Si el milagro sucedió , una tarde del Jueves Santo de 1.957 , apareció por la Plaza Baja encabezando a la Brigada Paracaidista al hombre más feliz del mundo en ese momento, el pueblo entero se rindió al ver pasar a unos militares tan marciales, disciplinados, elegantes y distinguidos desfilando al son de una banda de tambores y corneta sin igual “Los Paracas”.

Aquí comenzaba una relación de Hermandad que Dios ha querido que sea hasta nuestros días y por muchos años más.

Supo rodearse de las mejores personas, para que año tras años fuese cogiendo un lazo de unión irrompible entre Hermandad, Brigada Paracaidista y el pueblo de Álora.

En el año 1.974 fue nombrado primer “Caballero Almogávar Paracaidista de Honor «.

Mi hermano Tomás y yo tuvimos el honor de pertenecer a la BRIPAC, el como cabo de la policía militar (17 saltos) y yo como cabo 1º del Grupo Logístico (compañía de plegados) con 35 saltos.

En 1,979 se me concede poder desfilar en Málaga y por supuesto en nuestro pueblo, ahora por unos días el hombre más feliz del mundo era yo… acompañar a mi Cristo de la Torres y de “paraca” indescriptible.

Por desgracia esta felicidad fue empañada por el fallecimiento de mi queridísimo padre, Hermano Mayor Perpetuo a la temprana edad de 52 años, el 25 de Agosto de 1,979.

Se marchaba unos de los mayores pilares que había pasado por los más de 400 años de nuestra Archicofradía y para mí que voy a decir… yo solo contaba con 18 años y desde entonces hubo un antes y un después en mi vida.

Ya hace 40 años que mi padre se unió a Dios por la eternidad, siguiendo seguro de cerca todo lo que acontece en nuestra Archicofradía y nuestras vidas, mandándonos ánimo y fuerzas a todos, Hermanos Mayores, vocales y hermanos que han pasado, están y que quedan por pasar.

A Él le debo mi amor a nuestros Santos Titulares y en especial a Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Torres.

Queridísimo Padre mío, te pido que desde el Cielo nos guíe y ayude en este paso por la vida.

Siempre serás recordado y amado por todos.

Un beso enorme de tu hijo que tanto te añora y recuerda.

Antonio Aurelio García Pereda


Dedico esta sección a mi abuelo, Lucas Carrasco Rodríguez, al que desgraciada mente no conocí, y del cual, tanto mi familia como yo hemos heredado su inmenso amor al Señor de las Torres.

No tengo más remedio que empezar esta sección, dedicada a los Hermanos Cofrades que descansan eternamente con Nuestro Padre, con él por muchos considerado como mejor Cofrade de todos los tiempos y Hermano Mayor Perpetuo Antonio Aurelio García Bootello.

Quizás no fuere yo el más apto para este menester, por mi corta edad y falta de experiencia, pero pondré todo mi cariño y humilde saber en recordar a los Hermanos que ya nos dejaron, y en este caso, al que conocíamos en mi casa como «tito Antonio Garcia».

Sus padres fueron, Diego García (también Hermano Mayor) y Aurora Bootello. El mero hecho de llevar estos apellidos hacía que nuestro personaje entrara en la gran familia Jesuita antes de venir al mundo.

En su infancia y Juventud se conocen ya innumerables actos en beneficio de la Cofradía a la que siempre estuvo entregado de tal manera que, para él, los 365 días del año era la Semana Santa. Las fechas más importantes en su vida semana santera fueron las de 1956 y 1977.

En 1956, gracias a él, la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra acudía por primera vez a nuestros desfiles procesionales. Agrupación Paracaidista de entonces que había sido fundada solamente dos años antes. Después de aquel año se sucederían innumerables viajes a Alcalá de Henares estrechando cada vez más nuestros lazos con la Bripac, aceptando en 1964 el nombramiento de Hermanos Mayores Honorarios de nuestra Cofradía. En 1975 fue nombrado por la Bripac Caballero Almogávar Paracaidista de Honor.

El mayor sueño de Antonio García era devolver a la Hermandad aquel esplendor que tenía con anterioridad a nuestra contienda civil. Conjuntamente con otros entusiastas hermanos (especialmente con uno de ellos) acometió la idea de ir reponiéndolo todo. En 1977 Nuestro Padre estrenó su nueva túnica, última cosa importante que él pudo ver, y en la que tan directamente participó Dios se lo llevó con Él y no pudo ver ni el nuevo trono 1982, ni la nueva cruz 1986.

Cuando se tienen pocos años, hay hechos y cosas que en la mente de un niño quedan grabados para siempre.

Hay un recuerdo que en mi estará presente mientras viva. Su aspecto radiante en la tarde del Jueves Santo, cuando la Brigada Paracaidista se presentaba en Alora sobre las cinco de la tarde, encabezada por el teniente de turno, ya su lado, aquel hombre grande, fuerte, con su rubio bigote y su túnica morada, para mí, con aquella vista podría decir que empezaba la Semana Santa. Hoy día, transcurridos los años, cierro los ojos y me parece verle, risueño, alegre y saludándome con la mano desde la plaza a mi balcón desde donde le contemplaba.

A los 52 años nos dejaba. Recuerdo su expresión una semana antes de su muerte, precisamente en su cumpleaños, que mis padres me llevaron a verle. Aún me parece oírle decir «Paquillo, la Semana Santa encima y yo aquí acostado con las cosas que hay que hacer».

Era el mes de agosto, pero como antes digo, para él la Semana Santa la componían los 365 días del año.

Se marchó con el Señor de las Torres que tanto amó el 25 de agosto de 1979. Él le recibiría con los brazos abiertos y le recompensaría de tanto amor como le tuvo aquí en la Tierra.

En su labor de relaciones públicas de la Cofradía le sustituyó su primo Rogelio García Morales el cual ha continuado aquellas relaciones iniciadas por Antonio en 1956 y que hoy tanto han fructificado. La siembra de Antonio en aquellos años, abonada posteriormente y de manera certera por Rogelio ha hecho que el fruto florezca para bien de nuestra Cofradía.

Descanse en Paz

Francisco Lucas Carrasco Bootello

Revista Nazareno de las Torres, año 1987


Antonio nació en Álora, en la calle de Rosales número diecisiete, el día 27 de julio de 1927, en el seno de una familia cristiana y muy devota de Jesús. Del matrimonio formado por Diego García Morales y Aurora Bootello Casermeiro nacieron cinco hijos –María Pepa, Francisco, Antonio, José Luís, y Diego-. Su padre, Diego García, figuraba el 1927 como secretario de la Hermandad de Jesús, y poco tiempo después fue elegido Hermano Mayor, cargo que ostentó hasta su muerte, ocurrida el 22 de febrero de 1933, siendo uno de los últimos Hermanos Mayores antes de la contienda fratricida que asoló a España y, por consiguiente, nuestro pueblo también sufrió esa hecatombe.

Antonio García Bootello al General de División don Ignacio Crespo del Castillo, a cuyo mando vinieron por primera e Alora en 1957 la Brigada Paracadista – al fondo se puede ver a SM El Rey y S.A.R. el Príncipe de Asturias, la fotografía fue hecha el 3-VI-79, cuatro meses escasos antes de morir Antonio.

Para escribir algo de Antonio –mi hermano-, me vais a permitir remontarnos a la década de los cuarenta. Mis hermanos Antonio y Diego, y yo, pasamos nuestra infancia y adolescencia en el Colegio Salesiano de Málaga. Éramos los tres de corta edad: Antonio tenía catorce años; yo diez, y el menor ocho. Antonio ejerció durante esos años de colegio como un padre para nosotros, nos cuidaba, nos animaba en los momentos tristes, nos ayudaba en todos los quehaceres que conlleva un internado. En una palabra, teníamos en él un cobijo y una protección inestimable. Pasaron los años y recuerdo que Antonio ejercía como líder en cuantas actividades participaba.

Durante su estancia en dicho colegio, cursó su aprendizaje de mecánico ajustador, trabajaba igualmente en obras de teatro, participaba en deportes, intervenía en concursos escolares y en todas las actividades propias del colegio. Dada su preparación cultural, en uno de los últimos cursos de internado, los salesianos tuvieron serias dificultades económicas y Antonio se ofreció ejercitar de profesor en las clases Preparatorias –hoy se llaman Educación Infantil-, y de esa manera contribuir con su sueldo a paliar en lo posible los gastos escolares de sus dos hermanos.

Francisco Carrasco Pérez, Rogelio García Morales y Antonio Aurelio García Bootello en diferentes episodios entrañables para todos.

Por aquellos años fundó y fue director de la Banda de Cornetas y Tambores del Oratorio Festivo Salesiano y también fue nombrado Vocal de Teatro de Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos. Antonio fue un triunfador en cuantas actividades participaba, de aquellos años de colegio guardaba un grato recuerdo por el trato, la enseñanza y la educación que impartía los PP. Salesianos, que nos inculcaron, además, la devoción a María Auxiliadora y el amor al Santo Fundador de la Congregación Salesiana –uno de los pocos santos que llamamos por su nombre: Don Bosco-, debido a que lo teníamos y sentíamos tan cercano en todos los actos que se celebraban en el Colegio.

El año 1947 se preparó para unas oposiciones a la Administración de Justicia, consiguiendo aprobarlas con excelentes calificaciones. Al llegar el año de su Servicio Militar fue destinado a Barcelona, desempeñando su cometido en el cuartel de Pedralbes. Una vez licenciado ingresó en Administración de Justicia.

Contrajo matrimonio el día 28 de Noviembre de 1954, con Inés Pereda Vera, de cuya unión nacieron cinco hijos –Diego, Tomás, Antonio, Inés y José María-.

Las vivencias de Antonio con la Hermandad de Jesús son innumerables. Desde el año 1950 –creo recordar- se incorporó de lleno a las tareas cofradieras, y su mayor afán consistía en devolver a la Hermandad, junto con la Junta de Gobierno en vigor, aquel esplendor que disfrutaba antes de nuestra guerra civil.

En aquellos años formaba un tándem de compañerismo y trabajo junto a otro insigne cofrade que es Francisco Carrasco “Paco Lucas”. Estaban tan compenetrados en todo lo que hacían por la Hermandad y eran tan afines sus ilusiones por la misma, que parecían hermanos. Han sido dos grandes pilares que lo han dado todo por la Cofradía.

Francisco Carrasco Pérez, Rogelio García Morales y Antonio Aurelio García Bootello en diferentes episodios entrañables para todos.

Lo que más destaca y se recuerda en la labor realizada por Antonio fue la incorporación de la Brigada Paracaidista a la Hermandad de Jesús. A continuación tengo el placer de transcribir un párrafo escrito por Regino Bootello, en el primer tomo de la “Historia de la Hermandad”: …En la Semana Santa de 1957, después de ímprobos esfuerzos, pero entusiásticamente tenaces, el acérrimo jesuita Antonio Aurelio García Bootello consiguió, con su natural simpatía y el don de gente que Dios le dió, que la Brigada Paracaidista viniese a acompañar a Nuestro Padre Jesús, iniciándose una confraternidad ininterrumpida que ha dado muy buenos frutos…

En el año 1974 se estrechan aún más los lazos entre Hermandad y la Brigada Paracaidista, al producirse el hecho de concederle al cofrade Antonio Aurelio García Bootello el Título de Caballero Almogávar Paracaidista de Honor. Este fue el primer nombramiento que otorgaba la Brigada a los hermanos de la cofradía que se distinguen en el servicio a la Hermandad y en el amor y amistad hacia la gloriosa Brigada.

Al rememorar la conmemoración del medio siglo paracaidista en Álora, la figura de Antonio García se agiganta año tras año, y todavía –aunque han pasado veintiocho años de su muerte-, recordamos su figura como cofrade ejemplar, como padre afectivo, como persona entrañable, y como hermano ¿qué puedo decir yo? Siempre nos dio su apoyo, su cariño, y con su proverbial gracejo y simpatía alegraba nuestra convivencia. Desde aquel día en que nos dejó, seguro que cada Semana Santa su alma se unirá con la de tantos y tantos cofrades que trabajaron y fomentaron el amor a Jesús. Presenciarán el desfile de nuestros Sagrados Titulares, y desde esa tribuna privilegiada de que gozan vitorearán a los Paracaidistas en su desfile por las calles de Álora.

Antonio: te hemos recordado con mucho cariño –año tras año-, y en este especialmente, deseamos que tu espíritu cofrade siga presente en nosotros, que nos sirva de incentivo para amar y venerar a Jesús Nazareno, y ya que te encuentras tan cerca de Dios pídele por tu cofradía, por tu familia, por tus amigos, y que algún día nos encontremos todos junto a Él, como tú lo estarás ahora, y podamos gritar contigo: ¡VIVA NUESTRO PADRE JESÚS DE LAS TORRES!

José Luís García Bootello


Antonio García Bootello, perote de pro, conspicuo cofrade de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno (el Señor de las Torres en Alora), ha sido nombrado Caballero Almogávar Paracaidista de Honor por el Excelentísimo Señor General Primer Jefe de la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra. Lo acabo de leer en «SUR». Por lo visto, el nombramiento que, según mis noticias, sólo ha sido otorgado hasta ahora al Príncipe de España, al alcalde de Madrid y a muy pocos más- se produjo hace ya unas semanas; pero yo no me había enterado, Vaya por delante, antes que nada, mi felicitación, por si se me olvida en la rápida confección de este artículo.

La primera impresión que me ha producido la noticia ha sido de alegría y satisfacción, pues todos los aloreños nos consideramos un poco partícipes de los honores que recibe cualquier paisano. Y la segunda, de reconocimiento de la justicia y el acierto en la concesión, porque la verdad es que Antonio García Bootello, además de los méritos contraídos en el resurgimiento de la mencionada

cofradía de la que ha sido hermano mayor durante 18 años- y en la vinculación a la misma de tan gloriosa unidad militar, tiene espíritu de paracaidista y estilo de tal. Ya entre sus amigos, desde hace algún tiempo, se utiliza el honroso calificativo de Paracaidista para diferenciar a este legionario de la simpatía de otros paisanos del mismo nombre y apellido, algunos parientes suyos.

A mí me parece que paracaidismo hace Antonio cuando a lo largo del año, pero especialmente en las proximidades de Semana Santa, se le ve en todas partes preparando el desfile procesional del Señor de las Torres: En Alora cada dos por tres (él vive en Málaga), en Madrid, en Alcalá de Henares… Se va tirando con paracaídas —y algunas veces sin él-allí donde considera necesaria su presencia para esta o aquella gestión, para resolver problemas que nunca se resisten a su entusiasmo. El anecdotario que en este terreno ha producido su actuación es realmente abundante, sorprendente y heterogéneo. Hay que oirle contar estas cosas para darse cuenta de sus facultades de convicción, de su incansable actividad, de los modos y maneras de que en ocasiones se ha valido y de los obstáculos que su tenacidad ha tenido que vencer para conseguir el objetivo principal de cada año: pasear el jueves y el Viernes Santo la imagen del Nazareno

por las calles de Alora acompañada de las fuerzas paracaidistas. La primera presencia de las mismas en nuestro pueblo fue de auténtica sorpresa para todos. Hoy las consideramos tan nuestras que no concebimos ya una Semana Santa sin su acompañamiento.

Conocida es la pugna que desde su misma fundación hace ya bastante más de un siglo ha existido en Alora entre las dos principales hermandades semana santeras, de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, rivalidad que ha tenido sus altibajos, pero que no ha desaparecido, porque precisamente ha sido y es la sal y pimienta de su continuidad y perfeccionamiento. Ahora parece que la cosa está más suave, pues hasta se ha dado el caso, no hace mucho, de que se sumaran los más representativos hermanos de Jesús al homenaje tributado a un sobresaliente cofrade de Dolores, al que incluso le entregaron un obsequio. No sé, no sé si en ocasiones así «la procesión» irá también por dentro de cada uno, y nunca mejor empleado el término.

Muchos de nosotros recordamos años de extrema dureza, de acentuadas tiranteces, que se reflejaban hasta en la vida familiar y en las actividades profesionales de muchos. Cuando en el hogar, mayoritariamente partidario de una hermandad, existía algún miembro de la otra, aviado estaba éste en Semana Santa. Un médico aloreño —de Jesús no visitaba ni recibía en su consulta a ningún enfermo de Dolores en esos días. Las preferencias por una u otra cofradía se heredaban y se heredan como títulos nobiliarios. Hijos, nietos, bisnietos de Jesús. Hijos, nietos, bisnietos de Dolores. Lealtad a prueba de todo.

El entusiasmo y la devoción de ambos bandos por su respectivos titulares se refleja en la siguiente anécdota referida a un «doloroso», pero que lo mismo pudo haber protagonizado un «jesuíta». En Alora, naturalmente, todo el mundo sabe desde que nace que la túnica de los primeros es de color negro, y morada la de los segundos. Un fervoroso nazareno de Dolores-hijo, nieto, bisnieto de hermanos de esta cofradía hombre rudo, de campo, rechoncho, vivo y simpático, paseaba un Viernes Santo, en una de esas horas muertas, con un hijo de la mano, ambos enlutados de la cabeza a los pies. Se acercaron a un puesto de turrón. El turronero, que era foráneo y había venido observando, desde que días antes instaló su tenderete, las manifestaciones de rivalidad entre unos y otros penitentes, por lo que estaba algo ambientado, aunque con ideas confusas, preguntó a nuestro hombre mientras le servía al artículo:

-Y usted… ¿es de Jesús?

Y el interpelado, perplejo al principio, contestó cuando pudo reaccionar, metiéndole al otro las manos por la cara:

-¿De Jesús…? ¡Pero si yo soy «cuasi la Vinge»!

Nada más lejos de cualquier asomo de irreverencia en esta expresión, cordial y sentida, del penitente.

Querido Antonio: Tú también eres «cuasi el Señor de las Torres». Enhorabuena otra vez. Que Dios te conserve el entusiasmo. Todos sabemos que cres digno del honor que se te ha conferido. Que sigas siendo paracaidista durante muchos años. Y cuando tengas que efectuar el forzoso y último lanzamiento, te aguarde en la tierra de promisión, con los brazos abiertos, el primero de todos los paracaidistas: ese Nazareno que un día descendió de los cielos para enseñarnos a todos el amor, y redimirnos con la Cruz que no se cansa de llevar sobre sus hombros doloridos.

Juan Calderón Rengel

9 de noviembre de 1974

Revista Nazareno de las Torres, año 1990

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