Efemérides.- 60º aniversario Cristo Crucificado de los Estudiantes

Fecha publicación en la web: 23/08/2020 | 2.390 Visitas

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Cuando en la tarde del Jueves Santo, una vez que hayamos participado del banquete de la conmemoración de la última Cena donde Jesús instituyó la Eucaristía, en las calles de Alora se contemplará la bella imagen del Santísimo Cristo de los Estudiantes.

Ese día la Archicofradía de Jesús de las Torres celebrará el LX Aniversario de una bella historia. En 1946 gracias al entusiasmo de un grupo de cofrades, se pudo contemplar en Álora una bella imagen llena de serenidad y equilibrio donde está representado Cristo con honda desolación, nacido de la gubia del imaginero aloreño D. José Navas Parejo. Un crucificado neobarroco que tiene su cabeza caída sobre el pecho hacia delante y ligeramente inclinada a la derecha. El autor interpretó magistralmente la anatomía de un cuerpo muerto, clavado a la cruz con tres clavos.

Durante muchos años la majestuosidad del Crucificado se transformaba el Viernes Santo con la solemne procesión del Santo Entierro, donde Cristo tras haber muerto por amor a los hombres, con una paz infinita espera depositado en su tumba la Resurrección para hacerse presente en la Eucaristía.

Una vez terminada la Semana Santa del año 2000 la Sagrada Imagen fue restaurada en los talleres de Estrella Arcos que recomiendo que no se procesionara como Yacente para que no sufriera subiendo y bajando de la Cruz.

En definitiva en el bello pueblo de Alora existe la Imagen del Santísimo Cristo de los Estudiantes que es la imagen de Dios hecho hombre por Amor a los hombres.

El crucificado es el tema central del arte cristiano. Su presencia es imprescindible, preside la celebración Eucarística. Su interpretación iconográfica, responde al pensamiento y al sentimiento de cada época, pero no siempre fue así.

Desde la primitiva Cruz desnuda hasta nuestros días son numerosas las representaciones que se van incorporando, mostrando diversos momentos de la Crucifixión:

Elevación de la Cruz: Cristo clavado en la Cruz extendida en el suelo, lo elevan ayudándose de cuerdas.

Conversión del Buen Ladrón: Cristo crucificado entre dos ladrones, llamados Dimas y Gesta.

Stabat Mater: Cristo representado con su Madre y San Juan Evangelista.

Tengo Sed: El momento en que uno de los soldados tomó una esponja, la empapó en vinagre y clavándola en una caña le dio de beber.

La Expiración: El momento que Cristo pronunció las palabras «Padre a tus manos encomiendo mi espíritu».

La Sagrada Lanzada: El momento que el soldado atravesó con su lanza el costado de Jesús, brotando sangre y agua.

La consideración de la muerte en Cruz no agradaba a las primeras comunidades cristinas, para el pueblo judío ser clavado en una cruz se consideraba como la forma más horrible de muerte. La cruz era considerada como un instrumento infamante.

Tras el edicto de Milán, en el año 313, cuando Constantino abolió el suplicio de la crucifixión y se proclamó la libertad de la Iglesia y más aún, cuando su madre Santa Elena encontró en Jerusalén la cruz del Señor, no comienza a usarse el signo de la Cruz. Coincidiendo con esa aparición se erigieron las basílicas constantinianas del Santo Sepulcro y del Calvario.

A partir de esa fecha se celebra la invención de la Cruz. El 3 de mayo se insistía en la alegría pascual y el 14 de septiembre, la Fiesta de la Exaltación de la Cruz, en el sufrimiento de Cristo.

Las primeras representaciones son cruces desnudas de orfebrería, llenas de pedrerías o esmaltadas de ricos colores, son cruces pequeñas para relicarios, o grandes para altares.

A finales del siglo VIII, se introduce la imagen del crucificado en la ceremonia de la Santa Misa. En estas imágenes se representa al crucificado vivo como un héroe que ha vencido a la muerte.

A partir del siglo XI se comienza a representar a Cristo muerto. Los ojos se cierran, su cabeza cae sobre el hombro derecho, su cuerpo se desploma

No fue hasta el siglo XIII con la devoción de San Francisco de Asís y las revelaciones de Santa Brígida, cuando se contempló a Jesucristo hombre representado como tal lo conocemos. A partir de San Francisco comienza la devoción a la Pasión; a la Sangre de Cristo, a las Cinco Llagas, a las Siete Palabras, a la Corona de Espinas, al Vía Crucis.

Durante los siglos XIII, XIV y XV, la pasión se convierte en el tema esencial del arte, se recrea en el dolor humano del Crucificado. En las crucifixiones se pretende representar la realidad del acto de la redención.

A partir del siglo XVI y sobre todo en el barroco, el arte sacro nos sorprende con la serenidad del Crucificado, se impone la imagen procesional. Destacan en esta época los imagineros Alonso Cano, Martínez Montañés, José de Mora, Juan de Mesa, Pedro Roldán, Francisco Antonio Gijón, Duque Cornejo, que son los mayores exponentes de llevar el arte al alma de todos. Los lamentables destrozos que sobre el patrimonio artístico religioso se realizaron en los años treinta hizo que el siglo XX fuera próspero en cuanto a imágenes religiosas. Destacan los imagineros Antonio Illanes, Castillo Lastrucci, Luís Ortega Brú, Antonio Eslava, Luis Álvarez Duarte o José Navas Parejo.

Manuel Clotet Gamarro

Revista Nazareno de las Torres, año 2006

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