En la mañana luminosa de hoy trece de junio nos coge por sorpresa la noticia del fallecimiento de Leonor Garrido Estrada.

La Archicofradía Jesús de las Torres por la que siempre mostró un fervoroso entusiasmo se encuentra sumida en el duelo por la partida al cielo de una de sus más queridas integrantes de cuya generación van quedando pocos exponentes.

Tras una larga y penosa enfermedad, su partida deja un profundo vacío en el corazón de su hermana Ana Mary y de sus sobrinos, a los que inculcó, junto a su primo Antonio Martos lo importante que es para todos querer a Nuestro Padre.

Leonor, hermana desde la cuna, fue una figura reseñable y representante del grupo de fieles que en los años setenta impulsó una nueva etapa en la vida activa de la Archicofradía, después de haber pasado no pocas penurias en los cincuenta y sesenta.

Nació y creció durante sus ochenta y dos años junto a la Archicofradía Jesús de las Torres. Su devoción y amor por la hermandad se manifestaron en cada paso que dio en su vida. Desempeñó como todos sus coetáneos un papel fundamental. Su compromiso y su dedicación incansable fueron pilares fundamentales para el crecimiento y la revitalización de la hermandad.

Todos los que la quisimos vimos en ella sus valores inquebrantables: discreción, generosidad, disponibilidad y buen hacer. Estos atributos no sólo definían su personalidad, sino que también los transmitía en los años que la disfrutamos.

Profesionalidad y colaboración la marcaron en la tienda de su tía, Antonia Estrada, proveyendo telas a la cofradía. Fueron vitales para que los hermanos pudieran confeccionar sus túnicas. Ambas, que hoy se habrán abrazado en el reino eterno, se aseguraban de facilitar a los devotos de cualquier condición social las telas necesarias para sus hábitos, ofreciendo a la Hermandad, y a los vecinos, máximas facilidades de pago que garantizaban que todos pudieran participar plenamente en cualquiera de las procesiones.

La pérdida de Leonor nos deja un poco más huérfanos. Su ausencia se siente en su pequeño rincón de hermana de Jesús y en cada corazón de los amigos que tuvimos el privilegio de conocerla.

Mañana -a las 10.30 horas- será su funeral corpore in sepulto en el cementerio de San José. Tendremos la oportunidad de despedirla; con ella y su generación se van cerrando etapas en nuestra historia nazarena que sin más remedio marcan el final de una era y el inicio de un nuevo capítulo sin su presencia.

Que su alma descanse en paz y que su ejemplo de discreción inspire a todos los hermanos a continuar desde cada parcela su labor en favor de la hermandad. Desde hoy es parte de la memoria jesuita y perdura en los corazones de aquellos que tuvimos de una u otra manera el honor de compartir su camino.

Francisco Lucas Carrasco Bootello
Álora, a 13 de junio de 2023