Efemérides.- Restauración de la túnica para Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres

Fecha publicación en la web: 06/06/2020 | 1.535 Visitas

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El sábado 22 de marzo de 1997, en solemne función religiosa presidida por don Manuel Larrubia Sánchez, fue bendecida la sagrada pieza, para lo cual se instaló en un altar nuestro Titular en el templo parroquial. Fue tal la repercusión y el impacto de la restauración de la túnica que a petición del artista Franco Ortega, fue trasladada a la provincia de Sevilla para dos exposiciones: la primera de ellas fue la Feria de Artesanía y Costumbres Populares, que se celebró bajo la denominación “Expo Arte 97”, durante los días 6, 7 y 8 de diciembre de 1997, en la misma uno de sus ilustres visitantes que fue Monseñor Amigo Vallejo, arzobispo de Sevilla, quedó prendado con tan brillante trabajo. La segunda exposición fue en la Muestra Nacional de Artesanía Cofrade que se celebró en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla del 30 de enero al 8 de febrero de 1998.

“Queremos recordar los momentos tan intensos para nosotros vividos a final del año 1996 y principios de 1997, y felicitar a los Talleres Bordados Artísticos “Nuestra Señora de las Mercedes’”, de Coria del Río (Sevilla), y a su director don Francisco Franco Ortega por el extraordinario trabajo de su restauración que causó una magnífica impresión a propios y extraños; buena parte de los visitantes de la Semana Santa aloreña, así como nuestras relaciones en el mundo cofrade a nivel de Málaga capital y provincia, nos manifestaron y nos siguen manifestando su enhorabuena por la recuperación de tan preciada pieza.

Sin lugar a dudas, la Cuaresma y Semana Santa de 1997 fueron una de las más importantes y emotivas de la historia de nuestra Hermandad, no en vano el sueño de varias generaciones de cofrades de restaurar la antigua túnica de Jesús Nazareno se vio por fin cumplido gracias al esfuerzo y al trabajo de todos.

Queremos desde estas páginas recordar aquellos momentos tan intensos para nosotros y felicitar a los Talleres Bordados Artísticos «Nuestra Señora de las Mercedes», de Coria del Río (Sevilla), y a su director don Francisco Franco Ortega, por tan extraordinario trabajo que causó una magnífica impresión a propios y extraños: buena parte de los visitantes de la pasada Semana Santa, así como nuestras relaciones en el mundo cofrade a nivel de Málaga capital y provincia manifiestan su enhorabuena a nuestra Archicofradía por la recuperación de tan preciada pieza.

Asimismo agradecemos al comercio Tejidos Estrada García, su colaboración al ofrecemos uno de los mejores escaparates del centro de Álora para que nuestros paisanos pudieran contemplar esta obra de arte desde el 15 al 21 del pasado mes de marzo de 1997.

El magnífico trabajo de los talleres de Franco Ortega en el Guión, llevó al convencimiento a la Junta de Gobierno de que había que hacer realidad el sueño de pasar los antiguos bordados supervivientes de la Guerra Civil a un nuevo terciopelo y recuperar para nuestro patrimonio una singular y valiosísima obra de arte; así pues, el maestro bordador señor Franco, tras un año de laborioso y esmerado trabajo, consiguió el milagro por todos ansiado. La importancia y relevancia de la túnica son puestas de manifiesto por Eduardo Nieto en el estudio que seguidamente publicamos.

REFLEXIONES ESTÉTICAS SOBRE EL BORDADO COFRADIEROLa túnica del Señor de las Torres”.

De loable es el esfuerzo que un grupo de cofrades se ufanan año tras año por realizar-no sin ímprobo empeño- una de las mejores publicaciones cofradieras de la provincia de Málaga. Diseño, calidad en sus contenidos gráficos y literarios, buena presentación y maquetación, idoneidad del soporte, y un dechado de amor y cariño a sus Sagrados Titulares. Desde aquí, hermanos de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres, enhorabuena por continuar con esta entusiasta labor divulgativa.

Y tras las consabidas palabras de agradecimiento por permitir que mis consideraciones encuentren eco en estas ya ilustres páginas, veamos muy sucintamente el planteamiento a seguir en este opúsculo.

La trayectoria de las corporaciones nazarenas en las centurias pretéritas está en íntima conexión con los sucesos sociales, políticos y culturales. En esta tesitura de interconexión de las esferas de las humanidades, se entiende que aquellas asociaciones piadosas que rinden culto a Nuestro Señor Jesucristo en los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección, así como en los Dolores de Nuestra Señora se vieran inmersas en la espiral de acontecimientos que jalonaron las dos últimas centurias. Saqueos, incendios, desamortizaciones, revueltas, y un largo etcétera de convulsiones han motivado que el copioso patrimonio artístico se viera mermado de un modo sustancial. Y tras las consabidas palabras de agradecimiento por permitir que mis consideraciones encuentren eco en estas ya ilustres páginas, veamos muy sucintamente el planteamiento a seguir en este opúsculo.

Es por todo ello que el anterior Nazareno desapareciera merced al fuego fratricida de la última contienda civil (1936), y que tan sólo perdurase para las generaciones futuras una soberbia pieza de indumentaria cultural: la túnica.

Son escasísimas las referencias documentales que hacen referencia directa sobre la obra. Su paternidad, diseño, taller ejecutor y datación se nos antoja hoy en día menos que imposible. Sólo nos resta aplicar determinados aspectos de la ciencia histórica y del análisis de las formas para intentar aclarar una serie de interrogantes que ante nuestro horizonte se perfilan.

Como afirman numerosos antropólogos e historiadores, esta ejecutoría estética comulga con los recetarios formales y estéticos de un arte que tiende a deslumbrar para con ello hacer más tangible la divinidad, todo ello pulsado en el sempiterno lenguaje cofradiero: el barroco. Es la retórica plástica que persuade los sentidos y conmueve a las masas que la contemplan.

Estructuremos los elementos de la obra:

Tejido soporte

El campo de los motivos bordados es el terciopelo veludillo en tonalidad morada. Constatamos su empelo desde el siglo XVII y es privativo en el campo del bordado en piezas de gran suntuosidad.

Materiales

Vamos a distinguir dos apartados:

a) Elementos anexos al hilado:

– Lentejuelas de diseño plano (fechadas en el siglo XVIII) en nerviaciones de espirales.

– Pedrería, concentrada en espejuelos y mostacillas que se distribuyen en el corazón de flores y agrupaciones fitomórficas.

– Flecado de canutillo en las bocamangas y perímetro de la traza acampanada inferior. El empleado aquí es de gusanillo.

b) Hilatura:

-Torzal redondo de gran fineza: su combinación de dos o más cabos produce otros derivados.

– Ondeado o brizeado, de traza alabeada y que sirve para perfilar los motivos.

– Canutillo, de composición en espiral, redonda y hueca. Aparece en flores y esquemas geometrizantes.

Clases de puntadas

A tenor de las fotografías recibidas establecemos las siguientes:

– Oro llano o tendido.

– Media onda, conseguido merced a puntadas desarrolladas en zig-zag.

– Ladrillo, con pasadas de hilos de tres o cuatro cabos de oro tendido y de forma discontinua

– Malla o red construida con hilos sobre el terciopelo, adquiriendo un entramado romboidal.

La túnica fue salvada en la Guerra Civil, por la camarera de aquellos años, doña Antonia Trujillo Casermeiro.

Detallado los elementos composicionales, explicaremos unos detalles iconográficos y ornamentales. La obra se resuelve con un diseño simétrico de motivos turgentes armonizados en un dibujo sin uso que recorre todo el perímetro de la pieza. Un haz de tallos de helechos convergentes en su base en una venera describe el eje principal de la túnica por su parte dorsal; desde aquí una tupida ornamentación de tallos de corte curvilíneo se despliegan en traza curva describiendo sigmas afrontadas y que constituye el «leiv motiv» de todo el soporte en su mitad inferior. Una cenefa de tornapuntas y ces entrelazadas actúan a la manera de zócalo a todo este «edificio áureo» de ensoñaciones barrocas.

Su diseño a la manera de túnica caudal, esto es, con cola de gran proyección, permite dibujar una amplia caída en donde su elemento axial reproduce en mayor o menor medida el lenguaje articulado en su plano frontal: jarrón de helechos de donde se abre en elegante abanico todas las agrupaciones fitomórficas de este rutilante juego de formas que se agitan en un elegante concierto de naturaleza barroca.

Por todo lo que podemos detectar a través del análisis de fotografías, hemos de arrojar una serie de hipótesis conclusivas sobre este bello exponente del bordado erudito y que atesora la Hermandad del Señor de las Torres. Se trata de un interesante ejemplo del bordado dieciochesco pero con apuntes neoclásicos sobre todo en el empleo de un determinado léxico ornamental, así como en la factura de los motivos que se articulan sintácticamente a través de un prisma mucho más refinado y exquisito, propios del neoclasicismo.

Atribuir una cronología anterior sería aventurado, dado que desconocemos si la obra ha sido alterada o reformada años atrás y con la consiguiente adulteración de su primitivo lenguaje y composición. Del material examinado, hemos de precisar por tanto, en el estudio de una obra ejecutada entre finales del siglo XVIII y principios de la decimonovena centuria, época en la que la vigorosa fuerza del barroco da paso a otro concepto del arte, en donde mesura, equilibrio y elegancia serán las constantes en su postrer desarrollo.

Eduardo Cruz Nieto

Revista Nazareno de las Torres, año 1997

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