Efemérides.- Fallecimiento de Manuel Morales Carrión

Fecha publicación en la web: 14/03/2019 | 640 Visitas

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Hermano mayor de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús nazareno de las Torres desde 1950 hasta 1972, tenía entonces cincuenta y seis años.

Su carisma y buen hacer junto a la máxima colaboración y fidelidad de los hermanos directivos que le acompañaron, llevó a la cofradía durante este periodo a éxitos tan sobresalientes como la incorporación de la Brigada Paracaidista en la procesión de 1957 y a superar crisis tremendas como la suspensión de las salidas en los años 1968 y 1969.

Manuel Morales Carrión (1921-1977)

Nuestro Padre y mi padre. Magistral semblanza de Manolo Morales a través de su hijo.

Mamá: tú, a quien nada puedo negar, me pides que, para la Revista Nazareno de las Torres, escriba algunos recuerdos sobre papá y la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres, «Nuestro Padre», como gustaba decir.

Aunque ni por asomo pretendo compararme con Jorge Manrique, tampoco tengo duda de que mi padre si puede compararse con el suyo.

Papá era, antes que nada, un hombre bueno (en el buen sentido de la palabra bueno, decía Machado, recordaba Serrat). También era afectuoso, generoso y entusiasta. Así era con nosotros y con la «Hermandá», según solía decir.

La Semana de Pasión era su pasión de todas las semanas. Para él, todo el año era Semana Santa. Aún recuerdo cómo, en plenas Navidades, llamaba a Paco Lucas para comentarle alguna idea que acababa de ocurrírsele para aumentar la tesorería que siempre andaba escasa; o bien, durante el mes de agosto tenía que localizar como fuera a Antonio García, donde estuviese, para preparar un viaje a Alcalá de Henares al que todavía quedaban varios meses. En realidad, era pretextos para hablar de Nuestro Padre.

¡Vaya trío! Antonio García, Paco Lucas y él. Que distintos y que iguales en su pasión por la Hermandad.

Paco Lucas, el más joven, paradójicamente el más serio y responsable, una hormiguita: atesorando peseta a peseta, hasta conseguir cada Jueves Santo, el milagro de que bajase el Trono desde las Torres, durante ese anochecer en que yo veía la mirada brillante de mi padre contemplar, extasiado, la imagen de Nuestro Padre, entre dos luces. A veces recuerdo, mamá, haber visto escapar alguna lágrima que no lograban disimular sus gafas oscuras.

Antonio García Bootello: simpático, con aquella labia tan suya, tras su bigote socarrón. Tenía un toque de genio, capaz de conseguir cualquier cosa, a fuerza de gracia. Siempre he creído que aquél «doloroso», que era «cuasi la Virgen», no se hizo «jesuita», porque no le dio a Antonio García la oportunidad de compartir con él una botella de Whisky.

¡Y Papá! En medio de ambos, era el fiel de la balanza, entre el arrojo de Antonio y el realismo de Paco. Unas veces se dejaba llevar por esa chispa de locura de Antonio y otras, ponía los pies en el suelo con Paco.

¡Vaya trío! De haberlos conocido García Márquez, hubiese escrito Cien Años de Amistad.

Tantos recuerdos; su alegría, sus nervios cuando fue nombrado Caballero Almogávar; su constante ejercer de hombre bueno, apaciguando ánimos, reduciendo diferencias, recordando a los amigos que eran amigos y a los cofrades que eran hermanos.

Sus últimos años, cuando agotaba sus últimas fuerzas hasta llegar al Viernes Santo en la Despedía. Entonces, lleno de emoción (¡Nuestro Padre había ganado otro año!) y falto de fuerzas, Ignacio debía llevarlo en el coche porque ya ni el bastón lo sostenía. Luego, a esperar la próxima Cuaresma que parecía revivirlo.

Aunque en su último año, impaciente, decidió adelantar su Semana Santa: de golpe, en pleno mes de marzo, subió a las Torres para quedarse.

¿Recuerdas, mamá, muchos años antes, cuando aún vivíamos en Álora? Aquellas reuniones en nuestra casa (Ignacio y yo éramos niños), con la gente joven: Rogelio, Paco Adrián, Antonio Martos, Cristóbal, Boris, Vicente, Paco y Luis… También ellos lo recuerdan. Como también lo recuerda Salvador Morales García («Tito Salvador») cuando me da esos emocionados abrazos que en realidad van destinados a papá, lo que me llena de orgullo.

Tantos otros, eso no lo olvidaré nunca, qué emocionados y tristes, abarrotaron la Parroquia de Álora, aquél día que decidió adelantar su Semana Santa.

Y aquéllos que no necesitan recordarlo porque están con él: Pepe el Perdío, Diego Fernández, Cristóbal Pérez, José Segura, Pedro Pérez, Antonio García. ¿Qué estarán tramando ahora Allá Arriba? Seguramente en hermosa y eterna rivalidad con Pepe Pérez y Miguel Mamely pasean a Nuestro Padre a la espera del Domingo de Resurrección.

Mamá: con toda intención no he dicho el nombre de papá: quien lo conoció, ya sabe quién era; los más jóvenes que no pudieron conocerlo que, por favor, pregunten a los mayores: verán que me he quedado corto.

Un beso de tu hijo.

Salvador Morales Martos

Revista Nazareno de las Torres, año 1995


Estamos ante otro de los grandes entusiastas que colaboraron en realzar nuestra Semana Santa y nuestros desfiles procesionales.

Es lógico que Manolo siga a Antonio en el orden que nos hemos señalado para las biografías de hermanos difuntos de nuestra Cofradía, pero sin ánimos de comparaciones, pues tanto monta monta tanto….

Perote de pro, hijo de Salvador y Remedios Manuel Morales Carrión perteneció a un grupo de familia de marcada tradición jesuita. Sus antepasados fueron transmitiendo de unos a otros el amor al Señor de las Torres.

Durante su infancia y juventud realizó una intensa actividad en la Hermandad, siempre detrás de los que en aquellos entonces dirigían la Cofradía.

Fue nombrado Hermano Mayor al disolverse la Agrupación de Cofradías que se creó después de la Guerra Civil, e indiscutiblemente fue unos de los más entusiastas impulsores del realce de nuestra Hermandad, y junto a los Hermanos Garcia Morales, Francisco Pérez Arjona, Cristóbal Pérez, Pepe Gonzalez, Tomás Morales y otros muchos, adquirieron las nuevas imágenes de nuestros Titulares, hicieron tronos, adquirieron enseres, y junto a él se forjaron los actuales dirigentes de nuestra Hermandad y acudieron por primera vez a Álora los Paracaidistas para nuestros desfiles.

Las fechas más señaladas de su vida Cofradiera fueron en 1960, centenario fundacional de la Hermandad y en cuyo año, entre otras muchas cosas, asistieron a nuestra Procesión la Banda de Música del Ministerio del Ejército toda de profesores, y sin duda la mejor de cuantas han pasado por Álora. El 15 de mayo de 1976 fue nombrado Caballero Almogávar Paracaidista de Honor.

Una de las fechas más tristes de la Historia de la Cofradía de Jesús, fue la Semana Santa de 1977. Nuestro Padre estrenaba su nueva túnica, pero. Manolo, su Hermano Mayor, no pudo contemplarla en la tierra sino desde el cielo, días antes, el 14 de marzo, Nuestro Padre Jesús se llevaba a uno de sus mejores nazarenos -quizás el mejor- sin poderío ver lucir su nueva túnica por la que tanto trabajó y luchó.

Aquella Semana Santa se cantó una saeta al paso de Nuestro Padre Jesús:

Padre mio Nazareno,

Manuel tu Hermano Mayor

ya está contigo en Las Torres,

a la altura que llegó.

Manolo Morales muerto

al pie de la agonía

Cristo, Señor de las Torres

lloras con tu cofradía.

Padre mío Nazareno.

Francisco Lucas Carrasco Bootello

Revista Nazareno de las Torres, año 1987

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